Crónicas Marcianas. Ray Bradbury

Hacia la mitad del siglo XX, Ray Bradbury publico una serie de narraciones alrededor de la ciencia ficción que evocan sentimientos y percepciones de la humanidad en torno a la individualidad, la soledad y la común unión hacia las metafóricas visitas y colonización del planeta rojo y que complementan de alguna manera lo que se realizará en “Farenheit 451”.

Al inicio de las crónicas se identifican las bases de la sociedad marciana mientras se dan cuatro expediciones humanas infructuosas de diversas maneras en Marte. Hacia la mitad, una vez consolidada la invasión terrestre, el oxígeno (resultado elemental de un plantío de árboles) es producido en un panorama desolador con Benjamin Driscoll, bajo una mágica lluvia resplandeciente en “la mañana verde” encima de la búsqueda razonada o no de supervivencia y vivencia tras el cuestionamiento de la condición humana en “los colonos”. Mientras en algunos relatos se abordan los temas anteriores, para ‘las langostas’ la invasión humana resulta una plaga más que trata de ser mitigada en unos de los relatos mas profundos: “Usher II”. Tomando el crepúsculo que se puede dilucidar de una fúnebre historia de Edgar Allan Poe, una masacre se crea aludiendo una vez más a “Farenheit 451”.

La relación entre hombres y marcianos es inevitable. Uno de estos se produce en el “encuentro nocturno” primero entre Tomas Gómez y un anciano. El primero se somete a una sublime interpretación del tiempo humano que, al final, sostiene una intrépida conciliación entre un marciano y él mismo en la reinterpretación de la realidad marciana. Los encuentros pueden ser tan personales o iracundos como la llegada de los hombres en forma de oleadas a la costa llamada Marte, además producto de una nueva generación, con nuevas inquietudes. Parte de las nuevas inquietudes se pueden observar en “el desierto” que separa por kilómetros un matrimonio de la sociedad, preocupados por el nuevo gentilicio de su descendencia, y que también pueden ser tan superficiales como las que se desatan por “la elección de los nombres” en relación con la melancolía y el contexto.

Los problemas en la Tierra no se ven aminorados por la continua deserción humana. Ray Bradbury esta consciente de las dificultades raciales modernas logrando plasmar en “un camino a través del aire” a un lunático blanco contra los deseos marcianos de los negros que ofrecen un respiro de libertad y esperanza, un rio negro que fluye contra corriente hacia el cielo. La incomprensión y la desigualdad solo desata una guerra fulminante que obliga al abandono de las tierras marcianas que se produce desde “la tienda de equipajes”. Este hecho solo provoca la destrucción de la Tierra y el advenimiento de personajes ya conocidos, como Sam Parkhill (astronauta, comerciante y posterior dueño de todo Marte) o los miembros de la cuarta expedición, quienes han contactado con espectadores, “pueblos silenciosos” y hombres solitarios que prefieren la soledad. Hacia el final, en 2026, todo se remite a un llamado a lo que define el hogar, la soledad, la podredumbre y los nuevos marcianos.

Ray Bradbury nos somete a un proceso de encuentro tanto idílico como trágico con una civilización utópica solo para reflejar las carencias de la humanidad, porque al final, las “crónicas marcianas” son resultado de las crónicas de la humanidad.



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