The Father. Florian Zeller (2020)
El panorama del espectro de la
demencia converge en un desolador y gradual desenlace, típicamente fatídico tanto
para el paciente como para su familia. A pesar del intento de concientizar
hacia las vías de la prevención basadas en el manejo de la morbilidad cardiovascular,
las actividades estimuladoras neurocognitivas y la mejoría del estilo de vida,
es un hecho que el mundo es y será un lugar para los viejos. La senectud se
asoma de manera sombría gracias a padecimientos como la demencia, pero la
simple imposición de una actitud defensiva no es de gran ayuda. El binomio de
la relación esta proporcionalmente desarrollada entre la descomposición biofísica
de la demencia y el agotamiento del cuidador.
A partir de un famoso guion para obra de teatro, “The Father” es la ópera prima como director de Florian Zeller quien, de forma conjunta con Christopher Hampton, desarrollaron el guion homónimo que relata la vejez de Anthony (Hopkins) a partir del hito que marca particularmente el inicio del final de su vida: el deterioro cognitivo que altera su funcionamiento, la adquisición y la capacidad de recordar información además de trastornar su razonamiento, juicio y comportamiento. La ruta más sencilla se podría establecer a partir de la visión de un tercero centrado en un drama dirigido por la lástima y la conmoción. Afortunadamente, el director esta consciente de esta salida fácil y opta por mostrarnos la visión de Anthony que se descompone de acuerdo con la limitada capacidad de su mente, logrando fusionar con maestría el desorden de sus pensamientos con la edición de los espacios cerrados que encierran a los personajes. Dicho desorden esta tan bien establecido que somos capaces de empatizar con la confusión de Anthony al no reconocer los personajes ni los espacios, capacidad solo lograda por la magnífica actuación de Anthony Hopkins, merecedor de cualquier galardón.
El síndrome del cuidador quemado es además reflejado por Anne, hija de Anthony, caracterizada por Olivia Colman. Los planos siempre son delimitados por marcos, ventanas y cortinas que denotan lo claustrofóbico de la situación: mientras uno teme descuidar al otro al salir, otro no reconoce la salida de su mente lo cual puede ser tan agobiante como se demuestra al final de la historia. El guion no trastabilla en recurrir a la empatía como lo puede lograr una muestra de afecto al recordar un simple nombre o una muestra de agradecimiento sabiendo reconocer su valor sentimental.


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