Da 5 Bloods. Spike Lee (2020)
En una de las escenas más icónicas,
Paul (Delroy Lindo) un veterano de guerra con estrés post traumático, mientras huye
entre la selva sus palabras, lamentos y suplicios solo recuerdan a Dios. En un
monólogo en close up que rompe la cuarta pared, avanza y maldice, envía el
mensaje central de la película, remete contra la sociedad y el gobierno, quien
lo envió en un principio a una guerra sin sentido, pero el seguirá a tientas
mientras su puño se eleve con el mismo odio que lo creo. Esta secuencia dura
alrededor de tres minutos.
Cuatro antiguos amigos, veteranos
de la guerra de Vietnam, se reúnen una vez más para traer de vuelta el cadáver de
su antiguo capitán Stormin’ Norman (Chadwick Boseman), el cual funge además como
el indicio de un tesoro. En “Da 5 Bloods” mientras los personajes se ponen al
corriente de su particular presente a través de la moderna Vietnam, su pasado
es revelado y sostenido mediante un abrupto cambio al aspecto 4:3 al son de
Marvin Gaye y la radio local. La revelación de esta hermandad de cinco se
demuestra con los abrazos en diferentes tomas que enaltecen la unión como el
singular saludo de estos veteranos. La acción del pasado y el drama del presente
se entremezcla para que en 2 horas 34 minutos se comprenda el valor de la
amistad y de la familia, pero también de la desigualdad, el racismo, la
justicia y la culpa.
Nuevamente, Spike Lee nos trae
una historia personal para inquietar al público ante la desigualdad perene. Su capacidad
para dirigir es innegable con un formidable Delroy Lindo o incluso con Chadwick
Boseman (gran diferencia con su estático T’Challa); observamos la nueva perspectiva
de un Vietnam revitalizado por el capitalismo a través del lente y las
composiciones, nuevamente haciendo dupla con Terence Blanchard, aunado al ya mundialmente
reconocido como idiosincrasia de la guerra de Vietnam ‘la cabalgata de las valquirias’,
aunque resulta mas revitalizante una escena en donde los cuatro veteranos bailan
entre el pasillo de un bar vietnamita bañados en un intenso rojo sangriento.
Mientras se cierne como una
competidora para diferentes premiaciones, el trastabillo principal denota en
historias que se escurren como el agua a través de los dedos, con personajes de
los cuales bien se podrían prescindir desde la mitad del largometraje. Tal vez
era un intento por hacer conciencia hacia los campos minados, pero era suficiente
con el repetitivo hecho de mostrar a las victimas de esto, una y otra vez.
Así como el pasado se mezcla con
el ficticio presente de los protagonistas, las múltiples escenas de un pasado
de constante pelea afroamericana, que remite a Muhammad Ali, Malcolm X o Martin
Luther King, se entrelazan con el presente que agoniza en un mundo plagado por la
lucha contra la arbitraria autoridad, el racismo y el clasismo, la disputa de
la humanidad con la otra humanidad. Siempre tan diferentes, siempre tan
iguales.



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