Pájaros de verano. Ciro Guerra & Cristina Gallego (2018)


Pensaba buscar otra imagen para tremenda película, pero el póster que nos remite a un vanitas con el eterno símbolo del cráneo, no solo en su relación con la muerte sino relacionado a la tradición y el rito alrededor del fin de la vida de cada cultura, ya es suficiente para sellar su garantía.
Pájaros de verano es el segundo largometraje del director colombiano Ciro Guerra ahora codirigiendo con su esposa Cristina Gallego, presentando una historia basada en la bonanza marimbera, aquella época sangrienta de la década de 1970 en La Guajira, Colombia alrededor de la exportación ilícita de marihuana a los Estados Unidos por familias con orígenes indígenas, en concreto una familia wayuu; fue seleccionado para representar a Colombia como aspirante a ser candidata para los premios de la Academia en mejor película de habla no inglesa y en la antesala con sus múltiples galardones en los recientes Premios Fénix.

Es interesante observar el desarrollo de la película completa, la cual comienza con una muestra excepcional de la tradición wayuu acompañado de una mezcla de sonido finísimo y de aquí la historia se procede a dividir en cantos (si no mal recuerdo) para llevarnos de la mano hacia el clímax y el esperado crepúsculo de cada uno de los integrantes envueltos por la decadencia, la ambición, la traición y el poder (en estas ultimas instancias podría tratarse de cualquier sociedad envuelta en el narcotráfico -México- y es lo que suma puntos para el largometraje). Es así como, a través de pasos bien esclarecidos, comprendemos la tradición colombiana de un pequeño poblado que se fue consumando poco a poco por la traición y no solo por el narcotráfico, que solamente fue el pequeño empujón a la salida de la miseria esencial del hombre (visto en múltiples visiones por las mujeres del filme en forma de plagas). Retomando la universalidad de los vicios con los que se podría empatizar, también cabe destacar valores como la amistad, el amor, la confianza y el respeto que, empero la severidad, de igual manera somos capaces de entender la necesidad de la trascendencia de estos valores para la preservación de la paz en nuestro núcleo social.

Con una dirección casi impecable (resaltando cada secuencia bien lograda y el manejo de cada personaje) logra contar una historia alrededor del desaforado y mediatizado mundo del narcotráfico ahora aludiendo a grandes producciones cinematográficas, como podrán observar en las primeras negociaciones entre el tío que maneja los plantíos con su casto sobrino Rapayet, al estilo del histórica encuentro con el coronel Kurtz en Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979).

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